MI PRIMERA CRISIS DE ANSIEDAD

RELATO ANÓNIMO.

Mi primera crisis de ansiedad fue en 2001.

El verano de 2001 sufrí mi primera crisis de ansiedad. En su momento no supe lo qué me estaba pasando. Ahora sí.

Era un día normal, no me encontraba más nerviosa que otros. Sin embargo, esa tarde mientras me duchaba comencé a sentir mareo, dificultad para respirar, presión en el pecho, taquicardia, sudoración en las manos, temor a desmayarme, a estar sufriendo un ataque al corazón, en definitiva, perdí el control de mi cuerpo.

Cuando todas esa sensaciones cesaron yo estaba en la cama del hospital sin saber que había pasado. Me habían administrado tranquilizantes, me diagnosticaron “crisis de ansiedad“, me recetaron ansiolíticos y una visita al psicólogo.

Por aquel entonces no se conocía la enfermedad como hoy y decir que te daban ataques de pánico era muy complejo, rápidamente te tachaban de loco, así que se convirtió en un tema tabú.

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¡¡Hay que tener una actitud positiva, cuidarnos por dentro y por fuera y podremos con todo!!

Cada día sufría las mismas sensaciones de pérdida de control, fue entonces cuando empezó mi recorrido por diferentes especialistas: cardiólogos, neurólogos, psiquiatras.

Comencé a tomar medicación pero no surgía efecto, unas pastillas me mareaban, otras me dejaban completamente agotada hasta el punto de no poder levantarme de la cama. Perdí muchísimo peso, estuve ingresada en urgencias demasiadas veces.

La ansiedad te debilita el sistema immunológico, como consecuencia aprendí a vivir con cefaleas, dolores musculares, de cuello, garganta, incluso perdía la voz debido a los nervios.

Los médicos encontraron el tratamiento que mejor se adaptaba a mí y pude seguir con mi vida (o eso creía yo).

Estudiaba el la Universidad, salía con mis amigos, con mi chico, parecía que todo iba sobre ruedas pero en el momento más inesperado volvía la ansiedad.

Empece a tener miedos.

Además en esa época comencé a tener cada vez más dificultades para dormir. Estaba desconcentrada, cansada, era incapaz de prestar atención y temía volver a sufrir otra crisis de ansiedad. No era capaz de prestar atención a la gente que tenía alrededor y dejé de tener vida social, no asistía a reuniones familiares perdí “amigas” y empleos. Perdí demasiado por el camino pero sobretodo perdí la confianza en mí misma.

El miedo a no superar esta situación fue lo que me movió al fin. Busqué una psicoterapeuta, comencé clases de yoga, probé la acupuntura, asistí a talleres de respiración consciente, cursos de relajación y meditación.

La alimentación, el descanso y el ejercicio son fundamentales para mantener la ansiedad controlada, por ello fui más consciente que nunca de los nutrientes que le aportaba a mi cuerpo. Intento ingerir magnesio, vitaminas B6, B12 ya que regulan el sistema nervioso y procuro llevar una vida lo más sana e equilibrada posible respetando las horas de sueño, haciendo mi práctica diaria de yoga , saliendo a caminar todos los días, tomando un poco el sol y estando en contacto con la naturaleza.

El trabajo personal de autoconocimiento y del cambio que debí realizar durante el tiempo que duró la terapia y mucho después no fue sencillo y tampoco exento de dolor pero me sentí acompañada durante todo el camino por mi pareja y mi familia.

Siempre fui una persona sensible con un alto grado de empatía y con un carácter perfeccionista. Deseaba tenerlo todo bajo control pero la vida te enseña que aunque nos esforcemos en cerrar un círculo de confort siempre quedará abierto. A eso se le llama vivir…!!

Han pasado 19 años.

Han pasado casi 19 años y mi ansiedad no ha desaparecido pero ya no me domina. Sigo tomando medicación (una dosis mínima) aunque esto no ha impedido que realice el viaje más increíble de mi vida: La maternidad… Soy mamá de un precioso bebé de 5 meses.

Consejos.

A lo largo de estos años he aprendido a gestionar mis emociones y a tener una relación más sana con mis pensamientos. He aprendido a quererme con mis luces y mis sombras, todos las tenemos, todos tenemos algo que sanar. Da igual que maquillemos nuestras cicatrices, ellas siempre seguirán ahí porque son parte de nosotros. ¿Y si simplemente las aceptamos?

Debemos dejar salir todos nuestros miedos, temores y preocupaciones. Identificarlos y reconocerlos y una vez fuera comenzar a trabajarlos con paciencia porque si los dejamos dentro acabarán manifestándose en nuestras vidas.

“Debemos de ser capaces de liberarnos de la vida que hemos planeado para poder recibir la vida que nos está esperando”.

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Photo by Juan Gomezon Unsplash.